viernes, 7 de agosto de 2015

Dones, Talentos, Virtudes y Valores

La presente nota es un extracto que trata de explicar brevemente que son dones, talentos, virtudes y valores, y cuales son sus características y diferencias. Para ser utilizado en catequesis familiar o para aprender y reflexionar personalmente sobre las gracias de Dios y como actúan en mi vida, y que podamos descubrir mediante estos signos cual es la voluntad de Dios para cada uno.

Dones: Los dones son infundidos por Dios. El alma no podría adquirir los dones por sus propias fuerzas ya que transcienden infinitamente todo el orden puramente natural. Los dones los poseen en algún grado todas las almas en gracia. Es incompatible con el pecado mortal. Los dones son sobrenaturales. Los dones son recibidos de Dios
Talentos: Los talentos son naturales. Los talentos son heredados de los padres, finalmente de Adán. Los talentos se reciben en el nacimiento; son habilidades naturales. Tanto las personas salvas como las no salvas tienen talentos. Hay muchas personas no salvas  que son muy talentosas
Virtudes:  Las virtudes son hábitos buenos que nos llevan a hacer el bien. Podemos tenerlas desde que nacimos o podemos adquirirlas después. Son un medio muy eficaz para colaborar con Dios, pues implican que hemos decidido, libre y voluntariamente, hacer el bien, es decir, cumplir con el plan de Dios.
Son disposiciones habituales y firmes para hacer el bien, que por medio de nuestra inteligencia y voluntad regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según nuestra razón y la fe. La persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas. Con la vivencia de las virtudes humanas y cristianas conquistamos una personalidad equilibrada y madura, cordial y llena de amor a Dios y a quienes viven a nuestro lado.
Valores:  Son los diversos bienes objetivos a los que el hombre aspira perfeccionándole como tal y que tienen su fundamento en Dios, pues el bien objetivo que nosotros no creamos, sino que reconocemos o descubrimos en la realidad, nos permite construir un mundo más cristiano, más justo, más solidario, más feliz, en todos los niveles: personal, familiar y social.


Dones del Espíritu Santo
Los dones espirituales son determinados por Dios y no por algún talento natural que pueda poseer el hombre. 
Los dones deben ser ejercitados y esto solo puede suceder en la medida en que el creyente permanece espiritualmente sano y crece “en la gracia y el conocimiento del Señor Jesucristo” (2 Pedro 3:18). El ejercicio apropiado de los dones espirituales requiere crecimiento y madurez espiritual (Efesios 4:13-16).
Los dones son dados por Dios para hacer fructificar la VIDA de Dios, como se expresa en el Cuerpo de Cristo. Cuando el Cuerpo está sano, la VIDA de Dios es manifestada y Dios es glorificado (comparar 1 Corintios 14:24-25).
Los siete dones del Espíritu Santo son:



Don de Ciencia, es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo. 



Don de Consejo, saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios. 



Don de Fortaleza, es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural. 



Don de Inteligencia (entendimiento), es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino para acercarse a Dios. 

S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 16-IV-89:
La palabra "inteligencia" deriva del latín intus legere, que significa "leer dentro", penetrar, comprender a fondo. Mediante este don el Espíritu Santo, que "escruta las profundidades de Dios" (1 Cor 2,10), comunica al creyente una chispa de capacidad penetrante que le abre el corazón a la gozosa percepción del designio amoroso de Dios. Se renueva entonces la experiencia de los discípulos de Emaús, los cuales, tras haber reconocido al Resucitado en la fracción del pan, se decían uno a otro: "¿No ardía nuestro corazón mientras hablaba con nosotros en el camino, explicándonos las Escrituras?" (Lc 24:32)


Don de Piedad, el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas. 



Don de Sabiduría, es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina. La palabra sabiduría viene de la palabra sabor, don que nos da gusto por los misterios de la Fe para crecer en amistad con Dios. Es un conocimiento que viene del Amor.

S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 9-IV-89:
La sabiduría "es la luz que se recibe de lo alto: es una participación especial en ese conocimiento misterioso y sumo, que es propio de Dios... Esta sabiduría superior es la raíz de un conocimiento nuevo, un conocimiento impregnado por la caridad, gracias al cual el alma adquiere familiaridad, por así decirlo, con las cosas divinas y prueba gusto en ellas. ... "Un cierto sabor de Dios" (Sto Tomás), por lo que el verdadero sabio no es simplemente el que sabe las cosas de Dios, sino el que las experimenta y las vive  "


Don de Temor, es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina. Nos hace comprender la grandeza de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, su gran amor por nosotros, para respetarlo y no ofenderlo. No es un temor de que viene del miedo, sino que viene del amor, como de un niño pequeño frente a un Padre que lo ama.

Si nos dejamos guiar por Espíritu Santo seremos libres y no nos dominarán los malos setimientos.


Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.




Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:



Caridad. 
Gozo. 
Paz. 
Paciencia. 
Longanimidad. 
Bondad. 
Benignidad. 
Mansedumbre. 
Fe. 
Modestia. 
Continencia. 
Castidad. 


Fuente:
http://www.es.catholic.net/conocetufe/365/819/articulo.php?id=12267
http://www.corazones.org/espiritualidad/espiritu_santo/dones_espiritu.htm

Oracion: Oh Espiritu Santo

¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas de Dios que me haga apartar de las terrenas.

Que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la belleza de la verdad cristiana.

Que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.

Que el don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de la salvación.

Que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.

Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo.

Finalmente, que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos de Dios, cuidando de no ofenderle jamás con el pecado.

Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor.

Amén.

AMISTAD Y NOVIAZGO EN LA ADOLESCENCIA

PAZ. El siguiente escrito es una reflexión guía para el joven adolescente, que le permita meditar y pensar en las elecciones personales respecto de la amistad y el noviazgo en su joven etapa de vida. El presente fue utilizado como documento de apoyo en un retiro de Acción Católica en la ciudad de Santa Fe durante 2015.


·         Me dibujo dibujando

En la medida que voy creciendo, al relacionarme con otras personas, con otros jóvenes, e interactúo con ellos, al mismo tiempo me voy formando y creciendo.

·         El Inicio, el Placer y las necesidades básicas

Cuando nacemos, y somos unos hermosos y rechonchitos bebés, tenemos necesidades fisiológicas básicas. Necesitamos comer y entonces lloramos para pedir la comida. Necesitamos que nos cambien el pañal porque estamos incomodos, y lloramos o nos ponemos molestos. Necesitamos sentir al amor de mamá muy cerca, y entonces algunos lloramos y otros llamamos la atención de mamá de otras maneras, todo para poder satisfacer nuestras necesidades básicas.

Cuando somos bebés, el placer se encuentra en la saciedad de nuestras necesidades básicas.

·         Trazando mi camino

Con el tiempo, vamos creciendo, nuestro cuerpo y psiquis se van desarrollando y cada experiencia va escribiendo un camino recorrido, que podemos mirar hacia atrás para reconocer que hicimos, saber dónde estamos y así pensar, meditar, descubrir y por fin decidir hacia dónde queremos ir, que caminos queremos seguir escribiendo.

·         Juntos

Somos jóvenes, no vivimos aislados. Vivimos en sociedad. Vivimos en comunidad. Estamos insertos en diferentes grupos sociales, del club, la escuela, la familia, el barrio, etc. Siempre en relación con otros. Vamos conociendo y a la vez eligiendo con quien estar, con quien ser amigo, con quien compartir. A quien ayudar, dar una mano. De quien necesito que me ayude, con quien me siento bien, con quien tengo cosas en común.

Buena amistad o mala amistad, todo sucede en la vida, todo nos hace crecer, y para poder reconocer el bien, lo que me hace bien, hay que caminar, a paso lento, sin apurarse. Vivir cada etapa intensamente  pero sin adelantarnos, sin quemar etapas.

·         Hacia adelante, el camino que se nos presenta

Miremos hacia adelante, el camino laaargo que se nos presenta. Somos jóvenes, muy jóvenes, tenemos mucho por delante. Recién empezamos, y hay tantas cosas para disfrutar en la adolescencia que después no vuelven! No te apures, elige bien, con cuidado. Vive como joven, como adolescente, vive esta etapa libremente sin adelantarte. Recuerda que ésta etapa no vuelve, y cuando seas viejos la recordarás toda tu vida. Vívela sanamente.

·         La óptica de la vida

Todos tenemos  una mirada única de la realidad, una mirada personal, íntima. Esta mirada de lo que soy y lo que me pasa no tiene igual, está conformada por lo que viví y me rodea, por mis amistades y mi familia. Sin embargo sabemos que podemos tener parecidos y pensar igual en determinados temas con nuestros amigos.  Es lo que nos hace ir buscando quien somos, como queremos ser según lo que vivimos.

No te engañes, la sociedad de hoy es compleja y te ofrece miles de formas de ser como los otros. No tengas miedo, se tú mismo. Ve descubriendo que es lo que te hace bien, lo que permite reconocerte a vos mismo en tu grupo de amigos, en el club, en la escuela. Que todos te puedan querer por quien sos, y no por cómo te vistes, como te comportas, si eres exitoso en tu deporte, inteligente, lindo. Que te quieran por quién verdaderamente sos y te hace feliz. Recuerda que Jesús te ama así, tal cual eres ahora, y desde antes de que nacieras él ya te amaba.

·         Los valores

Cuando vamos creciendo aprendemos muchas cosas nuevas, constantemente. Nuestro ser va tomando forma y un carácter. Nuestra persona va adquiriendo valores,  que nos acompañan a lo largo de la vida y nos definen distintas prioridades a la hora de decidir cómo vivir, que debo hacer, con quien debo estar, etc.
Existen valores permanentes y efímeros. Valores grandes como piedra que sustenta tu casa o valores como granos de arena, que solo ocupan lugar y te desorientan.

·         Noviazgo

Como jóvenes, nuestra personalidad va madurando y nuestros cuerpos se desarrollan. Vamos conociendo nuevas amistades y es muy posible que encontremos alguien que nos gusta, que me atrae, o hasta podemos decir, nos enamoramos… Esto es natural, es propio de la etapa que vivimos.
El noviazgo en esta etapa existe y no es malo, todo lo contrario. Nos permite ir explorando nuestra personalidad, descubriendo como nos comportamos, reaccionamos y nos movemos cuando sentimos el afecto del sexo opuesto.
Pero es muy importante que no nos desviemos y tengamos claro que el noviazgo en esta etapa de juventud debe ser para conocernos a nosotros mismos, construir nuestra persona y madurar.  Hoy día el concepto de noviazgo para los jóvenes está muy degradado, distorsionado, la sociedad y la publicidad intenta constantemente realzar solo vivir del placer físico o disfrute económico, dejando de lado el verdadero sentido que Dios le ha dado.
No te apures a vivir todo ahora, ve lento y tranquilo, hay mucho tiempo todavía.

Muchas filosofías de hoy distorsionan el verdadero sentido del noviazgo y del matrimonio, y como no tienen centro en Cristo,  solo pueden pensar en el placer mundano. El relativismo que te muestra que todo es relativo y se acomoda según te convenga, el materialismo que te muestra que lo importante es lo que tienes comprado. El idealismo que te lleva a pensar y actuar en ideas utópicas, inalcanzables que solo te lleva a pelear con el prójimo. Y el hedonismo, que solo busca darle importancia al placer físico-sexual, denigrando a las personas. El evangelio nos muestra el camino de Jesús, un camino cristiano, que tiene en cuenta toda mi persona, físico, psíquico y espiritual, y que me hace estar bien con mis hermanos y amar de verdad a quien será mi pareja finalmente.

·         La intimidad

En el noviazgo la espera es un gran valor. Un valor que debemos cultivar todos los días, con amor y respeto. No es bueno tener relaciones en la etapa de la juventud por muchos motivos, tanto sociales, naturales, como religiosos.  Jesús nos enseña  a valorar mucho el matrimonio, la familia y hasta nos dijo que Dios bendice al matrimonio tan seriamente que lo hace para toda la vida, porque sabe que es donde el amor tiene verdadero fruto. Jesús nos enseña  así que debemos prepararnos y esperar para entregarnos todo y por completo por la persona que amamos y elegimos para casarnos.

El encuentro íntimo entre un hombre y una mujer solo tiene verdadero significado y fruto en el matrimonio. Fuera del matrimonio, en el noviazgo solo se puede llamar relación sexual, porque el hombre y la mujer no pueden entregarse libres y completos, sin la bendición sacramental de Dios.


El noviazgo es un tiempo de preparación, de conocimiento, propio y de la pareja. Es un tiempo para sembrar y cultivar, valores y virtudes. La espera es de gran estima y hacen crecer a la pareja mucho más que cuando quemamos etapas tan rápido como se propone en el mundo de hoy. Tenemos que ser valientes e inteligentes, y reconocer el buen momento, aquel tiempo que Dios nos marca para tomar el paso siguiente con certeza de que vamos por el buen camino. Y un día en el matrimonio, sí, podremos darlo todo en completa felicidad.